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espacios en blanco

Yuxtaposiciones varias

 

“si el cuadro pintado al fondo de otro cuadro es, al mismo tiempo, veraz y falso, está claro que el principal es, al mismo tiempo, veraz y falso en relación con la estancia de nuestra casa donde está colgado”

Julián Gállego, "El cuadro dentro del cuadro"


El origen

La primera imagen a partir de la cual se inicia esta serie fue una fotografía de Carmen ante el espejo, maquillándose para asistir a una conferencia de Digital 21 en el Museo de Teruel. En el cuadro Carmen desaparecía, el protagonismo lo asumía su reflejo en el espejo, la realidad desaparecía para manifestarse únicamente a través de su reflejo. Este fue el punto partida, luego todo se fue complicando y al final el cuadro de Carmen tras el espejo se quedó fuera de la serie.

“El hallazgo es el Acto primero
El segundo, la pérdida,
El tercero, la Expedición en busca
Del <<Vellocino de Oro>>”

Emily Dickinson, "Poemas"


Génesis

En un primer estadio, el proceso creativo de las obras de Espacios en blanco se basa en el encuentro casual lautremontiano, en ese destello que se produce al confrontar entre sí diferentes imágenes sin conexión previa y en cuya unión se alumbran nuevos sentidos. Antes de llegar a ese instante feliz, el artista ha ido almacenando, como un Diógenes de nuestro tiempo, imágenes en un archivo personal compuesto por fotografías tomadas por él mismo junto a otras encontradas en internet. Esa ingente cantidad de imágenes, que la tecnología actual es capaz de producir y que “se perderán en un ordenador y un disco”, constituye el magma primigenio de sus cuadros.

Después de ese primer descubrimiento, que tanto entusiasmaba a dadaístas y que llevaba a Ed Wood a positivar siempre la primera toma, el propio artista reconoce que se inicia “un largo proceso creativo de meditación. Antes de empezar a pintar cualquiera de los lienzos, he realizado un minucioso trabajo de observación, reflexión y proyección; recopilando imágenes, visualizándolas, seleccionando y agrupando para después comenzar a componer. Cuando me pongo a pintar, la composición (aspecto del cuadro) está perfectamente calculada”.

“Poner algo junto a otra cosa o inmediata a ella”

DRAE


Silla, bañera, lavadora, frutero, mesa, consola, cama, sofá, prismáticos, mazo, pinza, muñeca, damero, exprimidor, bote de detergente, pintalabios, cubo, columna, maniquí, bombilla, paracaídas, globo, plátano, membrillos, flor, rama, huevos, limón, aerogeneradores, astronauta, ovni, vía del tren, máscara Darth Vader, calavera, máscara antigás, escafandra, hormiga, perro, mariposa, oveja, tela de araña, mosca, mantis religiosa...

“En realidad, el tema de un cuadro de Morandi no son las botellas sino la pintura encerrada en esos espacios”

Bruno Munari, "El arte como oficio"


La función del pintor acaba siendo establecer la relación formal entre los elementos que componen la obra. Cuando al pintor Carlos Bravo se le pregunta el porqué de algunas de las figuras de sus cuadros, él indefectiblemente contesta: porque componen. En Espacios en blanco, los elementos que configuran las obras son muy reducidos, y es en esta aparente sencillez formal, en esa claridad esencial, en contraste con la diversa naturaleza de las imágenes que la integran, donde se genera la actual poética pictórica de Luis Loras.

“Los psiquiatras de Leningrado  creen que una pequeña proporción de seres humanos no podría pasar la prueba de Voigt-Kampff.”

Philip K. Dick, "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?"


Las miradas

En este proceso, son las miradas, o su ausencia, las que en buena medida sirven de nexo de unión entre las heterogéneas imágenes que componen los cuadros. Las miradas aparecen unas veces concentradas, otras ausentes, o distraídas, en ocasiones fuera de campo, otras desaparecen ocultas tras ensimismadas máscaras o quedan fuera del cuadro. Este juego de miradas, además de contribuir a configurar las relaciones espaciales, invita al espectador a plantearse lo que muestran y a la vez esconden estas miradas, y cuál es el lugar desde el que el espectador está mirando.

“En este teatro del dolor,
se ha muerto el director
y el regidor se ha encomendado a Dios.”

Fangoria, "Arquitectura efímera"


El espacio

Ya en una serie anterior Vacíos, el espacio se mostró como uno de los protagonistas de las preocupaciones plásticas de Luis Loras. Como su nombre indicaba, en esa serie, los espacios se encontraban vacíos, eran estancias solitarias cuyas expresionistas paredes, ajenas a las reglas de perspectiva, adquirían una angustiosa morfología y en donde las ventanas, lejos de abrirse al exterior, producían una desoladora sensación de prisión, de callejón sin salida. Aquellos espacios sin figuras, inhabitados conseguían apresar el ánimo del espectador, quien sin quererlo acababa en ellos prisionero de sus propios miedos y angustias.

En Espacios en blanco, la situación se ha invertido: el escenario ha desaparecido y, en la mirada del espectador, es la presencia de las figuras, junto con la intuición de una posible realidad paralela, la que configura el espacio.

Para la construcción del espacio, el artista ha recurrido en ocasiones al uso de una perspectiva personal, o de manieristas escorzos, pero, sobre todo, es la coexistencia de varias realidades en la superficie del cuadro lo que le da profundidad. Afirmaba Julián Gállego que “El miedo absurdo a lo literario ha privado a la pintura moderna de ese modo astuto de revelar y esconder a la vez el secreto que es el cuadro dentro del cuadro”.

Ventanas, puertas, agujeros en el suelo o en la pared, cuadros y cuerdas constituyen los elementos figurativos que delimitan y a la vez expanden el espacio a capricho de la intención del pintor. El propio Luis Loras escribe: “Utilizo la ventana (o puerta), como nexo de comparación, como consecuencia o como puente de unión entre los elementos que aparecen en el cuadro. Elementos que al sacarlos del marco donde se encontraban y mezclarlos, unos con otros, crean lenguajes abstractos, una convivencia de espacios ficticios que formulan significados distintos, ambiguos, oníricos y que, en ocasiones, superan a la razón.”

“Podría callar, podría creer, podría no haber dicho  que lo que he visto otra mentira es”

Ellos, "Lo tuyo no tiene nombre"


Veracidad y Mentiras  

Hay pintores que se vanaglorian de poseer una pincelada propia, una pincelada que individualiza su esencia personal como pintores. Luis Loras en esta exposición demuestra que posee una amplia gama de maneras de aplicar el pigmento en las que es posible reconocer su mano, desde la mancha con la que crea unas nubes de tormenta a el trazo dibujístico con el que perfila algunas figuras, del detallismo preciosista del traje de sevillana en ‘Encuentros’ al non finito de la falda en ‘El agujero’, o un acartonamiento de los tejidos cuyos antecedentes remotos encuentra en la pintura de los primitivos flamencos.

El artista en cada ocasión emplea la pincelada que considera necesaria para conseguir la ilusoria veracidad del cuadro. Pues aunque emplee “lenguajes abstractos” la ambición de todas sus obras es ser creíble, convencer al espectador de que lo que está viendo es veraz.  

Y al mismo tiempo su pintura está llena de mentiras. En pintura, se denomina mentiras a las incongruencias propias de la representación pictórica, a esas artimañas propias del oficio, que la alejan de ser un reflejo exacto de la realidad. Un conjunto de detalles falsos que impiden ver la imagen como real pero que a la vez constituyen el cañamazo esencial para hacer posible la verosimilitud.   
 
De este modo el artista subraya las reglas del juego, y señala “al mismo tiempo lo real y lo ilusorio de la pintura”.

Cita, homenaje, copia, plagio, inspiración, intertexto, apropiacionismo, descarga, SGAE

Fuentes

Si tuviéramos que remontar el cauce en busca de las fuentes iconográficas de la pintura de Luis Loras, el recorrido sería cuando menos ameno. Su variedad se debe a un planeamiento esencialmente pop, heredero de la mezcolanza y simbiosis de estilos y referencias propugnada por grupos artísticos como el Equipo Crónica . En sus cuadros conviven mitos e iconos procedentes de la cultura clásica (Ulises y Penélope, Hércules y Caco, el Minotauro, Orfeo, Procusto),  los cuentos populares (Los tres cerditos ), el arte (Parmigianino, Bandinelli, Goya,  Frida Kahlo, Costus), el diseño (una consola barroca, la silla Thonet, la mesita Allen Jones, el Juicy Salif de Philippe Starck,), el cine (F.W. Murnau, La guerra de las galaxias, John Waters), la música (El bote de colón, Barbie debe morir), la ciencia y la tecnología (astronauta, la perrita Laika, la oveja Dolly...)

Todo ello ha sido sometido a la “ebullición creativa” y el centrifugado automático en la  olla-lavadora que es la cabeza del Luis Loras.

“Esta era una manera de decirlo,
no muy satisfactoria: un estudio
perifrástico en estilo anticuado
que aún le deja a uno con la lucha
intolerable contra las palabras
y el sentido”

T.S. Eliot, "Cuatro cuartetos"


Ite, missa est Vale

Ernesto Utrillas Valero

 

 

 

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Luis Loras

 

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