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Espacio al cubo


Inauguración de la exposición `Espacio al cubo´ el sábado 14 de noviembre a las 18:30 horas en la sala de exposiciones temporales - Museo del Azafrán (Plaza Mayor, 10 - 44300 - Monreal del Campo - Teruel)

Del 14 de noviembre al 13 de diciembre de 2015

El pintor me dice que pinta desde la intuición, así que empecemos por ahí. Poner en primer plano algo tan inescrutable e infinito es todo un posicionamiento. Partiendo del oleaje abrumador de imágenes que nos rodean, el artista genera sus retablos desde la observación y selección de sucintos elementos, extraídos del imaginario colectivo. La serie que origina esta exposición, Espacios en blanco, le sirve de contenedor(es) donde componer con elementos en ocasiones antagónicos o anacrónicos, posibilitando historias en la mente del observador a partir de referencias clásicas entremezcladas con símbolos maricas e iconografía pop. Un imaginario híbrido que protagoniza las pasiones y los intereses del pintor, su universo. Escorzos manieristas, semiótica queer y referencias a Costus, Starck o Pegamoides conforman un conjunto de lienzos originados en la pantalla del ordenador, la mesa de bocetos de un pintor contemporáneo llamado Luis Loras. Empezando en píxeles y concluyendo en pigmentos, esta transferencia pictórica de monitor a lienzo es un proceso creativo en el que infinitos matices se reordenan y se redefinen: la acción de la pintura.

Tras la serie blanca, el pintor comienza In the dark room recogiendo figuras más concretas, más frontales, en espacios de oscuridad que resultan extrañamente acogedores. La intimidad se acentúa, la máscara se difumina y comenzamos a ver los rostros y los ojos de estas figuras, ahora exclusivamente masculinas (hombres fornidos y peludos que Loras pinta desde esa intuición del deseo). En la evolución formal del artista se encuentra también una evolución metodológica: el origen de los sujetos representados ya no es anónimo ni involuntario. Las fotos robadas-encontradas son reemplazadas por retratos y autorretratos muy contemporáneos, en el sentido de que se trata de imágenes extraídas de perfiles personales en plataformas para homosexuales corpulentos e hirsutos, los llamados osos. El artista pasa a pedir permiso a sus sujetos, generando un diálogo con estas personas y dotando a los retratados de una mayor humanidad. El juego compositivo de contrarios se mantiene en la yuxtaposición de figuras humanas con figuras geométricas, forzando perspectivas y jugando con volúmenes contradictorios. El lienzo negro se extiende en un abanico de composiciones donde diversos formatos, formas y cuerpos se relacionan en variaciones de díptico. In the dark room es a la vez un juego de palabras no intencionado pero muy acertado, brindando una lectura simbólica añadida (el cuarto oscuro es conocido, también, como punto de encuentros sexuales entre hombres, donde la oscuridad y el anonimato definen esta interacción social).

El siguiente paso es Filtros, la serie más estricta del pintor donde su gusto por lo figurativo se desvanece tras un tamiz de píxeles. La abstracción formal devenida en retículas de colores coincide con una abstracción conceptual, pues los sujetos pasan a ser amigos del pintor, gente de su entorno más próximo a pesar del regreso al anonimato. El espacio de representación es un espacio menos físico, y el disfrute por las formas, desde los pliegues de tela a los pliegues de carne o las aristas de poliedros, desaparece en su último grupo de lienzos y dibujos. Prima un proceso restringido a la cuadrícula de nueve por nueve, un marco automático desde el que generar libertad para la composición y la investigación cromática.

Lo que más me llama la atención es la evolución que sigue la obra de Loras durante estos años. Desde fuera veo una línea, trazada con claridad desde sus composiciones posmodernas habitando el cubo blanco hasta los cuartos oscuros que presentan osos y poliedros, concluyendo en los mosaicos pixelados que una vez más postulan un diálogo entre lo digital y lo analógico, lo virtual y lo matérico. Me lleva a recordar cómo la intuición tiene algo de sabiduría, y cómo la sabiduría puede encontrarse hasta en el niño más inocente, supuesto páramo de retórica e intelectualidad (pero fuente inagotable de imaginación).

Christian Fernández Mirón

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